¨El malestar en la cultura¨ y “El porvenir de una ilusión”
Sigmund Freud
Hola a todas y todos, en la clase de hoy vamos a trabajar, desarrollar, reflexionar y discutir en relación a dos producciones teóricas de Sigmund Freud: ¨El malestar en la cultura¨ y el ¨Porvenir de una ilusión¨; textos que consideramos imprescindibles por su estrecha relación, cercanía y vinculación con varios de los conceptos fundantes y estructurantes de comunicación IV (abrimos paréntesis y les decimos que ni miren la serie de Netflix, ni pierdan el tiempo; si les interesa hay una muy buena en la BBC de Londres).
Volviendo a nuestros textos, consideramos que junto a ¨Tótem y Tabú¨, ¨Más allá del principio de placer¨, y ¨Psicología de las masas y análisis del yo¨, son los más antropológicos dentro de la teoría del autor, y esto tiene que ver fundamentalmente, con el hecho que Freud aplica una mirada no solo psicoanalítica al abordaje y análisis de la cultura, en estos textos. (Les contamos que entre los profes de esta cátedra muchas veces nos reímos diciendo que Freud “termina hablando lo mismo que nosotros”).
Dicho en criollo: la idea de traer estos dos textos tiene que ver con que Freud desarrolla la idea de ilusión, inclusive la de cultura, guardando cierta cercanía con el desarrollo o tratamiento que desde Comunicación IV le asignamos al concepto de ideología. Además, disfrutamos mucho estas clases y lamentamos horrores no poder estar en el aula para compartir todo lo que genera en cada uno varias de las ideas del padre de la Psicología (re machirulo y hegemónico, la psicología podría tener madre, pero tal vez esta sea también una zoncera del viejo Jauretche.)
En unos de sus escritos, Freud dice: ¨El primer hombre que insultó a su enemigo en vez de arrojarle una piedra, fundó la civilización¨.
De esta afirmación podemos entender que la idea de cultura aparece como homónima de civilización, la cultura como opuesta a la naturaleza, cultura como producción humana. Todo esto resulta simple y sencillo hasta podríamos decir que surge como lógico pensar que la cultura eleva al hombre de su propia animalidad, aleja al hombre de lo irracional, de lo natural,de lo pulsional instintivo. El hombre despojado del entramado cultural volvería a su estado de naturaleza. ¿Se acuerdan de Thomas Hobbes, estado de naturaleza, el hombre como lobo del hombre, lo irracional, la violencia, lo brutal y la necesidad del contrato social para restaurar el orden y la convivencia?. Clarito como el agua: CULTURA OPUESTO a NATURALEZA.
Pero volviendo a lo anterior, nos queda claro que sin la cultura seríamos solo pulsión, en el texto van a ver que se habla de dos pulsiones básicas, a saber:
1) Pulsión de vida
2) Pulsión de muerte
En relación a las mismas se desarrollan las ideas de sexualidad (incesto), canibalismo y muerte (matar).
Lamentando mucho no estar en el aula, porque entre todos hubiéramos podido encontrar muchos ejemplos para aportar a este momento, explicaremos (dentro de los límites de la palabra escrita), la idea freudiana de que todos nosotros, despojados de los alcances de la cultura dejaríamos fluir dichas pulsiones, andaríamos libres con todos los demás a pura pulsión. Es decir: asesinando, “haciendo la chanchada” en todas partes (¿se entiende “la chanchada” o quedó muy vintage?) y como si lo anterior fuera poco, ”morfándonos” a nuestros semejantes (aquí no hacemos ninguna alusión a “La peña de Morfi”, el programa de Gerardo Rozin, sino lo que se imaginan: antropofagia).
Pensémoslo con sinceridad: ¿Jamás tuvieron el deseo irrefrenable de “matar a alguien”? ¿Nunca se plantearon una sexualidad sin represiones o culpas?
Más allá de cualquier consideración posible, lo cierto es que mucho más allá de las ganas, uno no anda por la vida dando rienda suelta a sus pulsiones y el resto de los deseos que permanentemente suelen azotarnos; esa gran fiesta dionisíaca no es posible por la vigencia de la cultura, que logra reprimir tales deseos y/o pulsiones, aunque se encuentren materializadas en el lenguaje en expresiones cristalizadas que usamos a menudo.
Aquí se empieza a entender el nombre del texto ¨El malestar en la cultura¨, el hombre no se banca la cultura porque lo reprime de sus deseos más primitivos, la cultura es punitiva, la cultura reprime, no me deja ser. Y esto es lógico e inevitable: en el mismo momento que me reprime me genera malestar y toda privación jode, incomoda, frustra.
Por eso decimos que el hombre de la cultura es un hombre neurótico, insatisfecho. El filósofo argentino José Pablo Feinmann plantea al respecto que sin cultura seríamos seres plenos, absolutos, libres, totales.
Como ejemplo ineludible, pensemos en la situación que venimos viviendo hace más de un año, donde se acentúa esta idea de represión, de insatisfacción: Resignar “nuestra libertad” personal en pos de un beneficio colectivo, el cuidado de uno para el cuidado de otros, al margen del miedo que nos puede provocar un posible contagio, ¿no jode, no incomoda y no frustra?.
Este momento que nos toca vivir, el modo en que nos toca vivir, acentúa nuestro malestar, pero este malestar aparece inevitablemente provocando una tensión entre “lo que quiero” y “lo que debo hacer” incluso en una situación de funcionamiento social “normal”.
EL HOMBRE DE LA CULTURA ES ALGUIEN QUE SE AUTOFLAGELA PARA SOMETERSE A VALORES A LOS QUE SECRETAMENTE ODIA.
De alguna manera, cuando Freud nos habla del Superyó, nos está hablando de lo cultural como espacio simbólico preferencial de alojamiento de mandatos, pautas, valores, ideales; lo cultural como internalización de las prohibiciones; lo cultural como la ley.
Hasta acá suponemos que no hay dudas, el texto es claro, ya entendemos esto del malestar en la cultura desde la teoría, desde la represión de las pulsiones, pero uno de los objetivos de Comunicación IV, lo decíamos en la primera clase, es poder pensarnos desde la cotidianeidad, desde cada segundo de nuestra propia existencia, por eso antes de seguir con el texto de Freud y también para pensarlo desde Marqués, nos vamos a permitir preguntarnos algunas cuestiones sencillas y cotidianas, a saber:
1) Supongamos una mañana temprano de un día lunes (para ser más terribles), cuando suena el despertador, nuestra reacción: ¿es de felicidad plena, de alegría infinita por una nueva jornada que se avecina?
2) Cuando al rato nomás de despertarnos y bañarnos (suponiendo que es un día perfecto y nadie nos ocupó previamente el baño) y solo podemos tomar dos o tres mates de parados y apurados, ¿alcanzamos la felicidad?
3) Minutos después, cuando seguramente corriendo llegamos a la parada del colectivo, tren, etc, olvidamos el barbijo y volvemos corriendo (y diciendo de todo) , vuelta a correr, se llenó de gente, agite…, el disfrute..¿ es intenso?
4) Cuando en el medio del viaje algún corte de calle o vía (por suerte extraño y casi nunca en este “ispa”) interrumpe o retrasa nuestra llegada,el goce, ¿ ya es superlativo?
5) Al llegar al trabajo (tarde por la demora del ítem anterior) ante la cara adusta del personal de vigilancia privada en el mejor de los casos, o de los empleados de recursos humanos en el peor, ¿sentís que la vida te sonríe?
La verdad podríamos continuar con muchísimos más ítems de la vida cotidiana, pero ¿para qué más, no?.
Lo que ya sabemos desde Marqués es que todo esto no es natural, nada del orden de lo biológico nos impide modifícalo. Entonces ahora la pregunta es: ¿por qué lo bancamos? ¿Por qué lo soportamos? ¿Por qué lo hacemos y lo reiteramos?
Muchaches de la UNLZ, Freud lo responde sencillo: por la cultura, actuamos así respondiendo a las pautas culturales que nos conforman. Y obvio que nos genera muchísimo malestar. Volvamos a los ejemplos de antes, ¿por qué no se quedaron durmiendo?¿ Por qué no desayunaron tranquilos?¿Por qué no fueron caminando disfrutando de la mañana hasta la parada del colectivo? Etc. Etc. etc.
Está claro ¨el malestar de la cultura¨, ahora la pregunta clave es ¿por qué la soportamos? ¿Por qué se banca? Y aquí incorporamos el otro texto de Freud ¨El Porvenir de una ilusión¨, si la cultura sólo generara malestar sería insoportable, pero lo trascendente es asumir que en el mismo momento que la cultura reprime, genera una ILUSIÓN como mecanismo de compensación. Siempre, en el mismo momento que la cultura reprime, genera una ilusión que habilita y compensa el malestar.
En Bicho de Ciudad, Los Piojos dicen: ¨¿Será la vida que siempre nos pega un poco?, nos encandila con lo que está por venir…¨.
De eso se trata la ilusión: nos permite seguir, le da sentido compensatorio a lo que se reprime. ¿Se acuerdan la idea de la zanahoria por delante?… eso es la ilusión.
Desde el texto de Freud, podemos deducir que la ilusión no se puede pensar, no se puede discutir, no es ni verdadera ni falsa; la ilusión ES, sencillamente la ilusión funciona como una nebulosa que posibilita, que abre las puertas hacia adelante. Por eso para nosotros la ilusión es ideológica.
Pero eso recién lo vamos a ver en la próxima clase.
Les dejamos algunos videos que creemos merecen ser vistos en el marco de esta clase. ¡No se angustien!